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martes, 28 de mayo de 2013

Grafiti, arte o contaminante?


La ciudad es una segunda hogar para sus habitantes, pues en ella viven y están la mayor parte de sus vidas, por lo tanto siempre se pretende que este bonita y se vea agradable. Uno de los factores que conforma la belleza es el aspecto estético visual. Como en un hogar, que esta habitado por varias personas, es muy difícil ajustar lo que se quiere para decorar y con el fin de incrementar su belleza, siempre habrá opiniones distintas. Un ejemplo de esto es decidir el color de una pared; o si un cuadro debería ir en una u otra ubicación.

Lo mismo ocurre en la ciudad con los renombrados grafitis, pues hay un grupo que está a su favor, otros en contra y algunos que piensan que “mientras sean bonitos no hacen daño”. Pero, para hablar sobre el grafiti y sus diversas percepciones primero se debe conocerse y tener claro su significado.

Grafiti, es el resultado de pintar textos abstractos en las paredes de manera libre, creativa e ilimitada con fines de expresión y divulgación donde su esencia es cambiar y evolucionar buscando ser un atractivo visual y con un alto impacto, como parte de un movimiento urbano revolucionario y rebelde; por lo tanto, una pintada política no se considera un grafiti como tal. El grafiti se realiza de manera espontánea, veloz, en lugares públicos, y en algunas ocasiones se mantiene el anonimato[1]  


El grafiti tiene diversas clasificaciones dependiendo de su contenido, forma, intensión o lugar donde se realice. Dos formas básicas pueden ser: “Tags”, que se refiere a los trazos que se hacen con los nombres de los realizadores,  frases personales o mensajes políticos, ambientales, etc, y la otra que podría denominarse “murales” que son pinturas o dibujos mucho mas elaborados y con un técnica mas profesional. Usualmente los últimos tienen permiso para hacerse y los lugares donde se plasman son espacios definidos. Los “Tags”, en cambio, podría decirse que son en sentido de protesta, manifestación de los intereses particulares o por gusto propio y se plasman en cualquier lugar donde se de la oportunidad para hacerlo.
Los murales pueden percibirse como un elemento estético y decorativo de las paredes y como tal del espacio público. Muchas compañías los utilizan para promocionar sus marcas o productos. Estos no se tipificarían dentro de los elementos de contaminación visual, ya que por el contrario, están diseñados para que armonicen con el entorno y le brinden una visual creativa y agradable.

Por otra parte, se encuentran la llamadas “pintadas o rayadas” que a nivel general son consideras como contaminantes visuales, por que no están hechas de manera estética, armónica o con mayor elaboración. Algunas de estas pueden contener mensajes interesantes, que generan inquietud o duda hacia algún tema o son llamativos por lo que representan.

Muchas veces, estos grafitis están hechos con intensión de molestar al ojo expectante, para así llamar su atención y generar un shock. Su propósito, podría decirse que es ser contaminantes visuales, por que de esta manera el grafitero puede generar recordación, así sea de forma antiestética.

Se puede concluir el análisis de los grafitis desde dos puntos de vista. Uno positivo, donde se toma como un medio de expresión permitido para todos y que utiliza el espacio público para dejar un mensaje y llegar a la mayor cantidad de ciudadanos. Sin embargo, también tiene una visión negativa, ya que se ha convertido en un bombardeo y competencia de grafitis que no permiten su apreciación y se vuelven opresores, además por que atentan contra el patrimonio arquitectónico, monumental y visual de las ciudades y sus habitantes.

 


 Texto e imágenes: Silvia Angélica Ahumada R.
  

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