
Lo mismo ocurre en la
ciudad con los renombrados grafitis, pues hay un grupo que está a su favor,
otros en contra y algunos que piensan que “mientras sean bonitos no hacen daño”.
Pero, para hablar sobre el grafiti y sus diversas percepciones primero se debe conocerse
y tener claro su significado.
Grafiti, es el resultado de pintar textos abstractos en las paredes de
manera libre, creativa e ilimitada con fines de expresión y divulgación donde
su esencia es cambiar y evolucionar buscando ser un atractivo visual y con un
alto impacto, como parte de un movimiento urbano revolucionario y rebelde; por
lo tanto, una pintada política no se considera un grafiti como tal. El grafiti
se realiza de manera espontánea, veloz, en lugares públicos, y en algunas
ocasiones se mantiene el anonimato. [1]
El grafiti tiene diversas
clasificaciones dependiendo de su contenido, forma, intensión o lugar donde se
realice. Dos formas básicas pueden ser: “Tags”, que se refiere a los trazos que
se hacen con los nombres de los realizadores, frases personales o mensajes políticos,
ambientales, etc, y la otra que podría denominarse “murales” que son pinturas o
dibujos mucho mas elaborados y con un técnica mas profesional. Usualmente los
últimos tienen permiso para hacerse y los lugares donde se plasman son espacios
definidos. Los “Tags”, en cambio, podría decirse que son en sentido de
protesta, manifestación de los intereses particulares o por gusto propio y se plasman
en cualquier lugar donde se de la oportunidad para hacerlo.

Por otra parte, se
encuentran la llamadas “pintadas o rayadas” que a nivel general son consideras
como contaminantes visuales, por que no están hechas de manera estética, armónica
o con mayor elaboración. Algunas de estas pueden contener mensajes
interesantes, que generan inquietud o duda hacia algún tema o son llamativos
por lo que representan.

Muchas veces, estos
grafitis están hechos con intensión de molestar al ojo expectante, para así
llamar su atención y generar un shock. Su propósito, podría decirse que es ser
contaminantes visuales, por que de esta manera el grafitero puede generar
recordación, así sea de forma antiestética.
Se puede concluir el análisis
de los grafitis desde dos puntos de vista. Uno positivo, donde se toma como un
medio de expresión permitido para todos y que utiliza el espacio público para
dejar un mensaje y llegar a la mayor cantidad de ciudadanos. Sin embargo, también
tiene una visión negativa, ya que se ha convertido en un bombardeo y
competencia de grafitis que no permiten su apreciación y se vuelven opresores,
además por que atentan contra el patrimonio arquitectónico, monumental y visual
de las ciudades y sus habitantes.
Texto e imágenes: Silvia Angélica Ahumada R.
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