SI
NO SOMOS PARTE DEL PROBLEMA…
Bien podemos decir que no
hacemos parte de los grandes emporios industriales, ni de las transnacionales
que en resumen son las primerísimas productoras de la contaminación en sus
diversas facetas. Eso es una verdad, -en parte- ya que aunque no somos contaminadores
directos, si pasamos por ser consumidores es decir, somos actores pasivos que
al adquirir cualquier producto del mercado de bienes y servicios, de manera
indirecta somos propulsores de la contaminación y ello incluye la visual.
En este orden de ideas y
como la propuesta es buscar una que otra solución, la estrategia inicial es
convertirnos en consumidores racionales y no en compradores compulsivos de
tanta cosa que nos ofrecen tanto la publicidad como el mercado en general. Si
de algo debemos empezar a ser conscientes en este mundo, es de nuestra
responsabilidad y que si cada uno asume una actitud diferente frente a la
realidad que nos toca, empezaríamos a ver los cambios. Ya es tiempo, de dejar
de creer en los salvadores foráneos que nos van venir a solucionar nuestros
conflictos y transformarnos la existencia, de manera casi mágica.
El cambio es en cada
individuo que se apersona de sus deberes y no deja que otros respondan por él,
tampoco es tiempo de sólo criticar y no hacer nada. La contaminación visual, es
el ápice de un gran problema y es el manejo inadecuado de dos aspectos: por un
lado el comunicativo, el cual involucra, el uso indebido de la imagen, el
lenguaje y los diferentes recursos visuales y por otro lado tenemos el
inadecuado uso de los espacios y los excedentes de la actividad humana, más
conocidos como basura. Hablar de contaminación visual nos sitúa frente a un
dilema ético y de ecología humana y global.
Entonces, el reto se configura desde hoy en donde a
partir de estas sencillas lecturas comencemos a generar procesos de interiorización respecto a nuestros hábitos y
que ello sea la pauta para un nuevo y mejor comportamiento con y hacia nuestro
entorno inmediato, son pocas cosas las que hacen grandes cambios, una de ellas
es la voluntad.
El ser humano como transformador de su entorno, se define a sí mismo como generador de cultura, es desde esta perspectiva que debemos cuestionar, si nuestra ciudad, nuestro barrio, nuestras calles representan dicha capacidad o simplemente se convierten en depositarios de la gran crisis de nuestras sociedades actuales que se debaten entre la apatía y el descontento por tantas diferencias que parecieran ser irreconciliables.
Lo anterior no indica que busquemos acuñar un concepto purista de ciudad, sólo vislumbrar hacia donde nos dirigimos y si así lo deseamos decidamos modificar el rumbo de nuestro ser social. La verdadera capacidad de las sociedades a través de los tiempos ha sido la de reinventarse y transformar aquello que no les permite crecer, en nuestro caso local debe ser, el entender que como colectividad debemos funcionar y responder a parámetros de bienestar para todos, en un marco de equidad y conciencia real.
Texto y fotografías por: Alexandra Gómez
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